lunes, 24 de agosto de 2015

FOLLARE HUMANUM EST


Queridas y queridos, tengo el inmenso placer de avanzaros una noticia que no tenía pensado hacer pública hasta bastante más adelante. Estoy trabajando, a ratos perdidos y desde hace ya un tiempecito, en un libro autobiográfico. La magnífica acogida que me habéis dispensado, así como los cientos de emails que recibo tanto a través del formulario del blog como de mi perfil en Facebook (https://www.facebook.com/irma.ladulce.927) , interesándoos por mí, por todo lo concerniente a mi vida presente y pasada,  me han animado mucho a ponerme manos a la obra.

Hoy os presento un fragmento del primer capítulo del libro, así como la portada del mismo. Espero y deseo tenerlo listo para este otoño.





Capítulo 1
FOLLARE HUMANUM EST

Mi gran pasión en la vida, además de la fotografía, es viajar por todo el mundo. Nada original, me imagino. Cualquier hijo de vecino se dejaría cercenar media oreja por poder largarse de su deprimente curro de ocho horas de reponedor de supermercado, y embarcarse en uno de esos cruceros ultramodernos que te llevan a los principales puertos europeos. Tumbado en cubierta, mecido por la brisa mediterránea y acariciado por los balsámicos rayos del sol de junio, se preguntaría, con toda seguridad: “botarate del demonio, ¿cómo has esperado tanto para tomar las decisiones que te han traído hasta aquí?”.  Nuestro afortunado personaje, a continuación, se respondería a sí mismo: “porque tenía miedo, miedo a arriesgar, a dejar atrás la falsa seguridad y el cobijo de un trabajo mal pagado, a dejar de ser un pobre que trabaja…”. ¿Te suena familiar?, ¿te sientes identificado con él? Si la respuesta es afirmativa, sigue leyendo, porque voy a contarte cómo uno de esos personajes grises,  un pobre que trabaja, decidió un día romper las cadenas que le ataban a una vida insatisfactoria, y trazar su propio destino, haciendo aquello que se le daba mejor y que le apasionaba. Habrás adivinado que hablo de mí misma. Disculpa mi carácter juguetón y bromista, que advertirás a lo largo de este libro: me encanta buscar y encontrar el lado festivo a todo; es lo que me ha impulsado siempre hacia adelante, incluso en los peores momentos de mi vida.

Estuve casada durante diez años. Mi ex-marido, André, ejercía una profesión que nos obligaba a viajar con mucha frecuencia por todo el continente: la carrera diplomática. Huelga decir que André no es su verdadero nombre, como tampoco Irma es el mío. Fuimos un matrimonio con una notable exposición pública durante el tiempo que duró; la simple revelación de nuestros nombres de pila asociaría en clave de escándalo mi actual profesión con André, truncando fulminantemente su carrera. No es que le deba gran cosa, pero no le guardo rencor alguno; eso iría en contra de mi naturaleza. Fue en esta época cuando me enganché al placer de viajar, al chute de adrenalina de tomar un taxi, escasa de equipaje, para subirme a un avión rumbo a un país desconocido para mí. Fuimos nómadas antes que sedentarios y, si me permites un pequeño ejercicio de especulación antropológica, el moverte de aquí para allá, sin domicilio fijo, husmeando en el nuevo escenario sus infinitas posibilidades, revive en nosotros el cazador trashumante que fuimos. Y yo, quizás más que nadie, me considero una cazadora muy agresiva, siempre ojo avizor de las infinitas posibilidades que cada nuevo país ofrece para alimentar mi insaciable apetito sexual. Ahí es nada. Ve calentando motores, querido lector, porque vamos a despegar.